lunes, julio 30, 2007

La página española Sclipo, una red social de habilidades en vídeo

EL PAIS- Ciberpaís

La empresa española Sclipo es una red social de habilidades basada en vídeo. Una de las posibilidades más sobresalientes que ofrece la página es Sclipo Life: donde la gente imparta clases particulares por vídeo en tiempo real. "Queremos revolucionar el aprendizaje", subraya Jimmy Gregor, uno de los fundadores de esta joven empresa.

Sus creadores apostaron por trasladar el fenómeno que ha representado Youtube en el sector del ocio a las habilidades. La gente cuelga vídeos -desde masajes e idiomas a malabares, e incluso consejos de carácter sexual- que se pueden votar y comentar, con una intervención mínima de los webmaster.

"No producimos vídeos, no los editamos, no restringimos su duración, ni trabajamos con empresas para hacer manuales de producto. El vídeo es un medio para una interacción más rica, pero nuestro valor es la red social", explica Gregor.

Lo más novedoso de la web, "algo que nadie ofrece", asegura, es el perfil de Maestro. El internauta crea una página dentro de Sclipo en la que incluye todos sus vídeos, su perfil -en el que puede introducir su currículum vitae-, una pizarra a modo de pequeño chat, el enlace a las páginas de sus alumnos, y la posibilidad de enviarle un mensaje y suscribirse a sus novedades. De esa manera, se pueden pactar clases particulares por Internet, mediante videoconferencia. Las posibilidades que ofrecen esas clases son infinitas: la lección se ve en tiempo real, pero a la vez se graba, por lo que se puede volver a ver.

"Supone un cambio en los métodos de aprendizaje", afirma Jimmy Gregor, porque se rompen las barreras geográficas, se eliminan los intermediarios, y la lógica de que sólo puedan impartir conocimiento los titulados.

jueves, julio 12, 2007

Jean Pierre Klein- Creador de la Arteterapia

"Proponemos transformar el dolor en una fuerza creadora"

EL PAIS- País Vasco

Frente a los frustrantes intentos de olvidar los traumas o erradicarlos, la arte terapia propone transformarlos en algo positivo: una fuerza creadora con la que la persona con dificultades físicas, psíquicas o sociales trabaja sobre su patología. El psiquiatra Jean Pierre Klein (1939, París) ha conciliado así su profesión y con su pasión: el arte y, en concreto, la dramaturgia. En los años ochenta puso en marcha en París el Instituto Nacional de Expresión, Creación, Arte y Transformación (INECAT), y fundó la asociación internacional de Arte y Terapia. En 1998 abrió la escuela de Arteterapia de Barcelona, donde ha impulsado una maestría junto con la Universidad de Vic. Klein, autor de libros como Arteterapia, una introducción, participó ayer en el curso Arte y Creatividad: reflejos de la mente, organizado por la Universidad del País Vasco y el Museo Guggenheim.

El abanico de patologías que trata la arteterapia es infinito: discapacidades, autismo, anorexia, drogodependencias, abusos sexuales, depresión, angustia al final de la vida y problemas de integración social. Los arteterapeutas, señala Klein, han de reunir tres requisitos indispensables: ser profesional de la salud, psicólogo o trabajador social; ser artista o tener cierta sensibilidad artística, y haber recibido una formación específica en arteterapia. Realizan terapias individuales, pero también intervienen como mediadores en barrios marginales, escuelas conflictivas, cárceles u hospitales psiquiátricos.

Según el tipo de problema a tratar y las características de la persona, propone una disciplina artística, desde artes plásticas a música, teatro, danza o literatura. A través de ella, el paciente trabaja sobre su problema, y lo convierte en un aliado. "Los problemas son pruebas con las que enriquecer la vida. No se trata de expulsarlos a modo de exorcismo. Dicho de manera coloquial, convertir la mierda en fertilizante", explica Klein.

La obra es un medio con el que tratar el problema de una manera indirecta, menos agresiva que otros tratamientos. "El adolescente conflictivo plasma la violencia de su vida en sus obras. Así, trabaja su violencia como un juego, sin riesgos en la vida real", recalca. La producción artística permite crear metáforas sobre el problema. "El ejercicio de destrozar materiales y hacer una escultura con ellos simboliza la posibilidad de sacar algo bello de lo roto: destruir para construir", explica.

Las anoréxicas y las bulímicas, por ejemplo, trabajan sobre sus cuerpos mediante las artes plásticas porque el teatro y la danza, en los que hay que exhibirse, resultan agresivos. Una práctica habitual es hacer un collage con fotos de revistas, convirtiendo a las modelos en monstruos de formas y proporciones imposibles. Esa sutileza convierte al método en una opción eficaz para personas con dificultades para verbalizar los problemas y para tratar a quienes se nieguen a recibir terapia. "No se trata sólo de expresar", matiza. "Expresar alivia, pero crear transforma".

Esta terapia alternativa cuestiona los roles tradicionales del terapeuta y el paciente. "No hablamos de pacientes sino de personas: sujetos activos que crean. El terapeuta", recalca, "les acompaña en el proceso de transformación". Klein se muestra escéptico hacia la efectividad de otras disciplinas similares, como la musicoterapia, en las que el paciente es un mero receptor. "Escuchar música relajante es equivalente a tomar un somnífero. Una depresión no se cura prescribiendo música alegre o induciendo a pintar soles, porque hay demasiada distancia entre el estímulo y la situación vital".

Además, destierra dos mitos que hasta ahora no cuestionaban ni las terapias alternativas. Por una parte, al arteterapeuta no le interesa diagnosticar la patología. "Lucho contra la pretensión de los psiquiatras de ostentar el saber absoluto. Nosotros trabajamos con enigmas, sabemos que llegamos a problemas profundos pero no sabemos a cuáles. Prefiero figurar de manera indirecta la patología y ver qué hay más allá que hacer afirmaciones sobre ella", argumenta. El segundo tópico es que la persona tiene que ser consciente de su problema. "He comprobado que muchos se han curado trabajando de manera indirecta, y a la vez veo cómo personas con un alto nivel de conciencia son incapaces de hacerlo", aclara. Una experiencia que lo demostró, narra, fue el trabajo con estudiantes violentos de barrios franceses, que utilizaron como medio de transformación la escritura creativa. "Todos ellos fueron reintegrados", afirma.